“Siempre tenemos que volver a Sagres, lugar al que vamos a hacer surf, donde se conoce en surfcamps a gente de todo el mundo. Y llegamos a Vale Figueiras sin que nos pasara nada, como perdernos o quedarnos encerradas en el maletero de un autobús. Todo iba demasiado bien para ser nosotras.
Los sitios son lo que cada uno hace de ellos en su cabeza. Ese lugar me recarga, me renueva, me hace abrir la mente. Los veranos en Portugal me curan el invierno; remedio infalible para las adversidades de la vida. Una dosis al año a falta de más. El rodearte de gente que vive haciendo lo que les hace felices nos recuerda que se puede ser lo que se quiera. Sólo hay que querer.
Las ganas son el motor del mundo.
Ellos dirían que el impulso de la mejor ola no sirve de nada sin “la remadinha”. Te enseñan que surfear depende más de lo que llevas dentro que de las condiciones del mar. Si pones el corazón en coger la ola, la coges. ¿Si viene la policía? Tranquilidad.
Me hablan de la ley de las noches al raso. Esa no la enseñan en la carrera porque, ahora me doy cuenta, allí son expertos en confundir lo urgente y lo importante. Lo urgente es acción y omisión, tipicidad, determinación de la pena.
Lo importante la “remadinha.”
La ley de las estrellas es la que permite dormir en todas las playas de Portugal. Puedes elegir la que quieras, plantar una tienda, pasar la noche. Pero solo una vez. ¿Por qué me choca tanto? Porque es una ley que empuja al carpe diem y así deberían ser todas. Una oportunidad; de tí depende aprovecharla.
Vida solo hay una, exprímela. Esta noche estás aquí. Disfruta. Cierra los ojos.”
Pura vida.
Diana Martínez Sánchez; mi mejor amiga.